Proceso Infeccioso

Para que se produzca un proceso infeccioso, el parásito y el hospedador deben, en primer lugar, entrar en contacto entre sí. Por lo tanto, ciertos factores geográficos, ambientales y del comportamiento influyen en las probabilidades de que aparezca la infección. Lo más frecuente es que el encuentro inicial entre el hospedador susceptible y el microorganismo virulento desencadene la enfermedad, pero algunos microorganismos pueden permanecer alojados en el hospedador durante años antes de que la enfermedad se manifieste en forma clínica. Para tener una visión completa del problema, cada paciente debe considerarse en el contexto de la población a la que pertenece. Es frecuente que las enfermedades infecciosas no aparezcan de forma aislada, sino que se propaguen a través de un grupo expuesto desde un foco puntual (p. ej., un suministro de agua contaminado), o de persona a persona (p. ej., a través de las gotitas respiratorias). Por tanto, el médico debe permanecer alerta ante las infecciones prevalentes en el conjunto de la comunidad. Es necesario obtener una anamnesis detallada que contenga datos sobre los viajes, las costumbres, el contacto con animales o entornos potencialmente contaminados y las condiciones de vida y trabajo. Por ejemplo, la probabilidad de infección por Plasmodium falciparum varía según la altitud, el clima, el suelo, la estación del año e incluso la hora del día. Varias cepas resistentes a los fármacos antipalúdicos están confinadas a determinadas regiones geográficas y un cambio aparentemente sin importancia en el itinerario de un viaje puede influir de manera decisiva en la probabilidad de contraer un paludismo resistente a la cloroquina. Si en la anamnesis se omiten detalles tan importantes, el tratamiento deficiente puede dar lugar a la muerte del enfermo. De igual modo, la posibilidad de adquirir una enfermedad de transmisión sexual puede cambiar espectacularmente por alguna variación sin importancia aparente en las prácticas sexuales, por ejemplo, el método utilizado para controlar la natalidad. Conociendo las relaciones entre determinados factores de riesgo y la enfermedad, el médico podrá influir en la salud del paciente incluso antes de que aparezca la infección, modificando esos factores de riesgo y administrando las vacunas adecuadas cuando se cuenta con ellas.

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